Hoy que ha concluido el ciclo de vida de las dos palmeras monumentales de la calle Madero, atrás de la presidencia municipal de Cadereyta de Montes, me dirijo a las autoridades y a la comunidad en general con este respetuoso mensaje, para expresar que ante la necesidad que tenemos tanto los ciudadanos como el gobierno local de proteger, propagar y hacer conciencia sobre la importancia de la flora y la fauna nativas silvestres, es de suma importancia aprovechar y ocupar ese triste espacio vacío con árboles nativos y emblemáticos de nuestra valiosísima flora regional.
Durante ya varias décadas hemos contado en la cabecera municipal de Cadereyta de Montes con dos importantes instituciones cuyo objetivo es la conservación de nuestros recursos botánicos, nativos y endémicos: La Quinta Schmoll y el Jardín Botánico Regional de Cadereyta. Sin embargo, nuestras calles, avenidas, jardines y espacios públicos, de cualquier localidad del municipio, no ostentan este incalculable tesoro natural, mismo que en estas instituciones se encuentra en constante reproducción. En su lugar nuestras avenidas y sitios de mayor interés turístico están habitados por especies foráneas, incluso de la familia cactácea y otras familias afines.
Entre esas especies exóticas que nos invaden, se encuentran los órganos de la especie Stenocereus peruvianus, originario de Sudamérica, además de una larga lista de otras especies ajenas a nuestros ecosistemas como: jacarandas, palmas de varias especies, truenos, laureles, eucaliptos, pirules y casuarinas.
En la década de los años 50, el ingeniero Manuel González de Cosío, que era director de Zonas Desérticas, y quien se asesoraba del reconocido botánico Ignacio Piña Luján, fundó lo que ahora conocemos como Jardín Botánico Regional de Cadereyta, y ese espacio lo dedicaron a la propagación de nuestras especies más emblemáticas y con mayor potencial de aprovechamiento como recursos naturales, tanto para la reforestación, como para fines de comercialización por sus propiedades medicinales y ornamentales.
Entre ese catálogo de especies aun resalta y permanece la plantación de palma yuca, de la cual debemos decir que es una especie que nos ofrece múltiples beneficios naturales: es captadora de agua de lluvia y formadora-protectora del suelo, es refugio para las aves y muchas otras especies de insectos y pequeños mamíferos, además de ser la generosa proveedora de las deliciosas e inigualables “flores de palma” con las que se elabora uno de los platillos más representativos de nuestro acervo culinario del semidesierto queretano, mismo que nuestros jóvenes ya no conocen y cuyo saber ancestral se está perdiendo por la escasa presencia de los árboles que producen las flores. Ante todo este panorama y ante el evidente esfuerzo de las autoridades por hacer de Cadereyta de Montes un símbolo turístico con identidad propia, solicito de la manera más sentida y optimista, que nos hagan el honor a todos los ciudadanos, de plantar dos palmas de yuca, Yucca filifera, en el lugar de las insignes “palmas canarias” que murieron, acto que podríamos considerar como un gran homenaje para nuestra cultura ancestral otomí-chichimeca y para nuestra flora semidesértica. Agradezco si ante esta propuesta ciudadana hubiera apoyo de la comunidad, mismo que podrían manifestar al WhatsApp: 441 109 69 49.
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