COBAQ: donde el arte y la ciencia se dan la mano
A primera vista, podría pensarse que el arte y las ciencias experimentales pertenecen a mundos opuestos: uno ligado a la intuición y la emoción, el otro a la lógica y la razón. Sin embargo, en las aulas del Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro (COBAQ), esa frontera se desvanece cada día, dando lugar a un espacio común donde la creatividad, la observación y el asombro construyen nuevas formas de aprender.
Un ejemplo inspirador se vive en el COBAQ Plantel 14 San Joaquín, enclavado en el corazón de la majestuosa Sierra Gorda. Ahí, los paisajes envueltos en neblina, los trinos que acompañan las mañanas y las cañadas profundas no solo forman parte de la vida cotidiana: también despiertan en los estudiantes la curiosidad científica y la sensibilidad artística.
Con brochas en mano y pigmentos sobre los muros, nuestros jóvenes plasman escenas de la biodiversidad de su comunidad, inspirándose en lo que observan cada día: el vuelo de un ave, el cauce de un río o la geometría de una hoja vista bajo el microscopio.
Estas experiencias son oro molido en el aula. Porque una pared intervenida con pintura no es solo decoración: es una herramienta pedagógica, el punto de encuentro entre imaginación, lógica, intuición y conocimiento, que brinda una experiencia educativa integral. El arte despierta la curiosidad; la ciencia la organiza y la profundiza.
En COBAQ entendemos que aprender no ocurre únicamente en la libreta o el laboratorio, sino también en la emoción del descubrimiento, en el trazo inesperado o en un color que puede dar sentido a una teoría. Por eso impulsamos actividades que ponen en diálogo lo sensible y lo racional, lo abstracto y lo empírico.
Detrás de un pincel hay un método, y detrás de una hipótesis científica suele esconderse la chispa de intuición que nació al contemplar un atardecer o al observar la luz descomponiéndose en una gota de rocío.
La experiencia de nuestros estudiantes en la Sierra Gorda nos recuerda que la escuela debe ser un lugar donde el asombro tenga siempre cabida, donde la extrañeza no sea un obstáculo sino un punto de partida. Ya sea con un microscopio o con una brocha, lo esencial es no dejar nunca de mirar el mundo con ojos curiosos.