Inicio » Carlos Alberto Vega Pérez · Albero
Fiesta Brava

Carlos Alberto Vega Pérez · Albero

¿Por qué prohibir por prohibir?: ¿por una moda?,¿por una corriente de cambio mundial? o ¿por ser la vía más fácil, rápida y se trabaja menos? Es verdad que ha cambiado la forma de pensar en las nuevas generaciones y que cada vez se crea más conciencia acerca del bienestar de los animales; pero: ¿es necesario hacer un cambio tan drástico y enérgico en el mundo?, ¿se necesita acabar con nuestras tradiciones, raíces y cultura para lograr un bienestar animal real en lugar de legislar debidamente y educar a la ciudadanía? y digo real, porque he observado que se atacan las tradiciones donde se involucran animales, pasando por alto el actuar de algunos personajes que las promueven y que ahora son jueces y parte.
Antes de prohibir, habría que revisar todos los pactos y acuerdos que firmó nuestro país años atrás, ante la UNESCO y otras dependencias internacionales años atrás; y también revisar cómo tienen y atienden sus mascotas muchos defensores de los animales, hacinados en espacios pequeños o con sobrepoblación de acuerdo al espacio que tienen para ellos, o sin el ejercicio y alimentación adecuada, violando varias de las libertades de los animales que tanto defienden, pero que por el hecho de estar en contra de la tauromaquia y charrería, entre otras, se les justifica y pasa por alto.

El día de hoy quiero señalar con más razón y fuerza que nunca, con fundamento en el artículo 8° de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que quien legisle, tendrá que legislar para todos y no solo para un grupo con tendencias ideológicas de moda; de lo contrario, se le estaría reconociendo a un diputado y a un grupo o individuo, un derecho que no tiene para emprender actividades o realizar actos encaminados a la destrucción de cualquiera de los derechos o libertades reconocidos en lo dispuesto por los artículos 1°, 2°, 3°, 4°, 5° y 133° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y lo dispuesto a la adición llevada a cabo en los artículos 4° y 5°, realizada dentro del texto oficial en español del cuarto informe que presentó nuestro país, de conformidad con los artículos 16° y 17° del «Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales» el 25 de febrero del 2005, ante el Congreso Social y Económico de la Organización de las Naciones Unidas y que versa lo siguiente:
«Sólo los tutores, ascendientes o custodios de un menor pueden restringir el derecho del mismo a acceder a un espectáculo público que transmita valores o tradiciones culturales, porque el Estado debe proteger la composición pluricultural de nuestra sociedad, así como el derecho de todos a preservar y enriquecer «todos» los elementos que constituyan su cultura e identidad».

Para comprender qué es la cultura, es necesario establecer algunas definiciones:
¿QUÉ ES CULTURA?
“Es el conocimiento adquirido que las personas utilizan para interpretar su experiencia y generar comportamientos; además, es todo lo que una persona necesita para actuar adecuadamente dentro de un grupo social”.
¿CUÁL ES LA DEFINICIÓN DE CULTURA PARA LA UNESCO?
“Conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o un grupo social; engloba además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones, festividades, ritos, rituales, las creencias y los usos y costumbres de los pueblos”.
¿QUÉ ES EL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DE LA HUMANIDAD PARA LA UNESCO?

En la convención internacional de la UNESCO del 2003 y ratificada por nuestro país el 14 de diciembre del 2005, se estableció la siguiente definición de Patrimonio Cultural Inmaterial, también llamado Patrimonio Viviente y versa lo siguiente: «Es una expresión inmaterial única que define la manera de ser de un grupo humano: sus tradiciones orales; artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, artes vivas, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y saberes y técnicas vinculadas a la artesanía tradicional». En el capítulo destinado a describir los usos sociales, rituales y actos festivos, se encuentra incluido el sacrificio de animales».

México, cuenta con iniciativas de protección a su patrimonio cultural desde 1938 que se creó el INAH, y a partir de 1988 que se creó CONACULTA, siendo esta dependencia la que ratificó el 14 de diciembre del 2005, la convención de la UNESCO, donde se sentaron las bases para determinar el Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad. Así mismo, nuestro país ratificó la Convención sobre la Promoción y Protección de la Diversidad Cultural de la UNESCO del 2005, siendo el tercer país en ratificarla el 5 de julio del 2006.
La tauromaquia forma parte de ese mapa cultural de los pueblos, con una impronta mucho más universal que la de otras manifestaciones culturales, porque su más sublime expresión, el toreo, se ha convertido en un arte sin fronteras, apreciado y valorado por cualquier ser humanoindependientemente de su origen y condición. Por eso se arraigó en nuestro estado, desde el siglo XVII, formando parte actualmente del Patrimonio Cultural Inmaterial de nuestro Estado y parte de los tradicionales festejos navideños en nuestra ciudad desde el siglo pasado.
Lejos de la educación que cada padre quiera dar a sus hijos, está la educación que el resto de los padres quiera dar a los suyos. Así pues, en la mayoría de las ocasiones, la educación se convierte en algo tan abstracto e intangible que atiende a la interpretación de cada uno. En el caso que nos ocupa, la tauromaquia, pretendo analizar y rebatir las bases en las que se fundamentan los deseos de prohibir el ingreso delos niños a los festejos taurinos.

A los más pequeños, la fiesta de los toros les podrá gustar más o menos, de igual manera que a un adulto. El niño podrá aprender a entender lo que ve, igual que un adulto y a diferenciar entre el hombre y el animal, y entre el toro y su gato o perro de mascota.
Para denostar la tauromaquia y cuestionar su futuro, se utiliza como arma arrojadiza el veto al menor, al niño, a la clase más débil del engranaje que forma nuestra sociedad. Los argumentos que esgrimen quienes defienden las prohibiciones, se basan en imponer su criterio de entender el toreo como «una práctica violenta y sanguinaria», carente de otros valores que no sean «ver sufrir a un animal». Evidentemente defender posiciones opuestas a estos argumentos sobre quien solamente quiera ver la sangre derramada por el animal, se torna en una cuestión prácticamente imposible de cualquier debate.
Para quien la defienda y observe más allá de ver la sangre (muchas veces del propio hombre), no le quedarán dudas de que esta fiesta es la más culta, siempre admirada por las personalidades más influyentes del mundo de la cultura de todas las generaciones y capaz de parar el tiempo cuando se contemplan pasajes de belleza y emoción tan efímeros como irrepetibles.

La barbarie comienza, y termina, en quien pretende comparar la vida de un ser humano con la de un animal.
Bajo la justificación de la existencia de «crueldad y violencia «en la lidia, los abolicionistas justifican que se genera espontáneamente más violencia de manera automática. Es decir, que, contemplando la lidia de un toro, a uno le dan ganas de matar a quien tiene al lado. La lidia de toros está canalizada y reglamentada, por lo que la supuesta violencia que pudiera generarse durante ella, nunca será una agresión producida de manera trastornada o anárquica.

¿cuántos niños o menores sicarios hay y ninguno son aficionados a la tauromaquia? Entonces, ¿dónde aprendieron tal extremo de violencia?, deberían encuestarlos, ahora que tan de moda está realizar encuestas para todo.
Afirmar que quien ve una corrida de toros automáticamente se convierte en un ser violento, es un testimonio falto de vergüenza y de razón. Sin ánimo de cuestionar lo que ocurre en otros espectáculos que mueven masas, nadie discute que el deporte «sí es para niños». Pero resulta que, en el futbol, deporte que mueve miles de personas en Querétaro y millones en el mundo, muchas veces se muestra como campo de cultivo para numerosas muestras de violencia explícita tanto dentro como fuera del estadio, donde existe violencia verbal, física, racista y homofóbica, incluso resultando en muertes de espectadores… Pero aquí, nadie se rasga las vestiduras; pero si se permitiera la entrada de mascotas a las tribunas de los estadios y alguna resultara herida, seguramente lincharían a quien la agredió y sería noticia de primera plana.

Hace algunos años, cuando se comenzó con la prohibición en Cataluña, España, un medio de comunicación escrito cuestionó al defensor del menor en la comunidad de Madrid, y preguntó si estaba haciendo algo al respecto para la protección de menores ligada a la prohibición de los toros que estaba realizando en ese momento la Universidad Complutense de Madrid. La defensoría a su vez, encargó al doctor Enrique Echeburua Ordriozola ampliar el estudio documentado científicamente por cuatro equipos independientes en los campos de la sicología,sociología y siquiatría de las universidades de La Coruña, Complutense de Madrid, Pontificia de Salamanca, Autónoma de Madrid y Alcalá de Henares, a los cuales se les exigió cuatro cosas: «independencia, muestra amplia, métodos rigurosos y replicables».

Este estudio llamado «POSIBLES REPERCUCIONES PSICOLÓGICAS DE LAS CORRIDAS DE TOROS EN NIÑOS MENORES», tras un estricto análisis de la información recabada, obtuvieron las siguientes conclusiones:
«Con los datos actualmente obtenidos, no se puede considerar como peligrosa la contemplación de espectáculos taurinos por menores de 14 años, cuando se trata de niños psicológicamente sanos y que acuden a estos festejos de forma esporádica, voluntariamente y acompañados de adultos que tienen actitudes positivas ante las corridas de toros. No debe olvidarse que los niños que acuden a las corridas de toros, al ser llevados por unos padres o adultos que pagan por ello, constituyen una muestra autoseleccionada procedente de un entorno social en donde las corridas de toros están fuertemente respaldadas socialmente.»
«No se puede considerar peligrosa la contemplación de espectáculos taurinos y no hay una base suficiente para sustentar científicamente la prohibición de los menores de 14 años a los toros».
Esta es una resolución sin fisuras, porque «es difícil la identificación del niño con la violencia cuando lo que ve es la lucha y muerte de un animal en un ambiente festivo, de forma esporádica, con unas reglas de juego aceptadas y una aceptación social del entorno por parte de los padres… Por lo que se refiere a otras alteraciones emocionales, ansiedad, pesadillas, no hay ningún apoyo empírico firme de que un espectáculo con carácter lúdico y ritual, enraizado en nuestra cultura, genere una interferencia emocional en el niño».

Poco ha cambiado la fiesta de los toros, una de las pocas artes y tradiciones que mantienen sus valores intactos.
Por lo tanto, apartar a los niños de las plazas a golpe de ley, no atiende a razones de velar por sus derechos o defender su integridad moral como lo justifican los antitaurinos y algunos legisladores. Estos movimientos atienden a la necesidad, por quienes quieren abolir la tauromaquia, de sesgar de raíz la continuidad de nuevos aficionados que el día de mañana pasen por las taquillas de las plazas de toros. Apartar a los niños de hoy, es extinguir al aficionado de mañana…

y si es así, también debería prohibirse la entrada a menores a todos los espectáculos públicos donde exista lenguaje soez, actitudes no deseables por parte del público y venta de alcohol, sea del tipo que sea.

Muchas gracias.

Acerca del autor

Acontecer

Añadir Comentario

Clic para escribir un comentario