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Albero Taurino

Carlos Alberto Vega Pérez • Albero

¿Qué significa morir en el ruedo?

La muerte de un torero es un golpe de realidad, una muestra viva de la entrega en esta obra trágica, en donde la verdad está presente y latente cada instante en el desarrollo de la misma. Cuando el toro bravo sale al ruedo, la muerte se sienta en su barrera de primera fila presenciando la obra más artística y real que existe en el mundo, donde no hay mentiras ni falsedad, sólo entrega, pasión y emoción.

Ponerse delante de un toro está al alcance de muy pocos, el largo camino que hay que seguir con pasión, es duro y difícil, por eso la cuota a pagar tiene precios tan exorbitantes, que se ha visto a toreros pagar con su propia vida el tributo.

En esta danza de muerte, encontramos una de los valores más grandes e impactantes de la profesión, apostar todo lo que eres y todo lo que tienes por expresar eso que llevas dentro, por sentir esa felicidad de parar, templar y mandar a un toro.

Respecto a ello, Thiessen escribió: “El requisito definitivo para la grandeza de un artista es su propia muerte”. ¡Vaya afirmación! ¿Cualquiera de nosotros estaría dispuesto a perder la vida por su pasión?…

Manuel Rodríguez “Manolete”, Alberto Balderas, Laurentino José López “Joselillo”, Francisco Rivera “Paquirri”, Rodolfo Rodríguez “El Pana”, Víctor Barrio e Iván Fandiño, entre una lista tan larga de toreros que han sido elegidos por el toro para dejar este mundo haciendo lo que más amaban, torear, y así, escribir con letras de oro sus nombres, pasar a la historia y estar presentes en la memoria de los aficionados, y no por cómo murieron, sino por cómo vivieron, por entregarse hasta el último instante… y gracias a ellos, la tauromaquia sigue siendo cosa de héroes.

Ernest Hemingway escribió: “Sólo los toreros viven la vida en su máxima intensidad… por eso los toreros viven al límite, aman, sienten, sueñan, comen, respiran, se entregan y luchan en su vida de forma diferente a los demás. Están muy conscientes que cada día puede ser el último y por eso, no quieren que se quede nada en la espuerta”.

Cada vez que se hable de un torero que dejó su vida en los cuernos de un toro, debemos recordar que ahora, ellos están toreando por naturales a la vera de Dios, en las plazas celestiales, con tendidos llenos de ángeles, y siguen vivos en nuestro recuerdo; y sus faenas, inmortalizadas en nuestra memoria.

Así es como tenemos que recordarlos y volver a emocionarnos con lo que llegaron a hacer en una plaza de toros. Reconocer que, aunque la crudeza y dureza de la tauromaquia nos puede llegar a estremecer, no existe torero que huya de la muerte, al contrario, la abraza, la acepta y con ella llega a la vida eterna. Porque al final, ¿qué nos hemos de llevar?

Todos vamos tarde o temprano al mismo sitio, y qué mejor que irnos haciendo aquello por lo que decidimos vivir con pasión hasta la muerte.

Con profundo respeto a las familias de aquellos toreros que han caído y a los verdaderos aficionados; nunca olviden que un héroe pasó por sus vidas, que una persona apasionada y soñadora no tuvo miedo de enfrentar su destino, que un TORERO ha dejado huella en nuestros corazones y con su vida, ha hecho homenaje a la grandeza de la tauromaquia.

Carta del poeta y compositor José León en el adiós de Víctor Barrio

Cuánto me gustaría creer que hay una gloria para aquellos que entregan su vida al toreo.

Querido amigo Víctor, si fuera así, dile a Gallito que la plaza de Las Ventas que él mismo diseñó, es la primera del mundo y que llevaba razón en que el toro moderno era el de Tamarón.

A Curro Puya, le dices que hay un torero de la Puebla del Río que mece el capote como él. Cuando veas a Paquirri, le dices que sus hijos son matadores de toros y que heredaron su raza. Cómo no, si ves a Montoliu cuéntale que tiene un hijo que banderillea casi como él. A Renatto, le dices que él vive en Roca Rey. Si estás cerca de Manolete, cuéntale que un torero de Galapagar tiene ese carisma y sobriedad que él dejó en los ruedos.

A Granero le hablas que un torero de Jerez, se salvó de una cornada parecida a la suya y que con un parche sigue dando guerra. Dale un abrazo a Ramón Soto Vargas y dile que su sobrino no pierde la ilusión. No olvides decirle a Joaquín Camino que su apellido vuelve a estar en los carteles de noveles. Al gran Antonio Bienvenida no le cuentes que algunos toreros van al campo sin afeitar y sin vestir de corto… Ya sabes como es y se disgustaría mucho.

Cuando veas a Belmonte, le dices que es el padre del toreo moderno. Cuando puedas, fúmate un puro con El Pana. No olvides abrazar a todos los maletillas y le dices a Yiyo, que siempre será príncipe del toreo.

A los anti taurinos, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Cómo me gustaría creer que hay una gloria para todo aquel que pierde la vida en las astas de los toros. Si no es así, descansa en paz allá donde estés, que nosotros los poetas nos encargaremos de hacerte inmortal.

José León