El toro bravo mexicano / I parte
Al hablar del toro bravo mexicano, no podemos dejar de referirnos al toro español; y mucho menos ignorar su origen milenario. Los bóvidos actuales provienen del Bos brachyseros, o Bos primigenius, especie que domesticó el hombre desde 6000 a 2500 años a.C. y se le conoció con el nombre de uro en la era de piedra; posteriormente, los celtas lo llamaron “Auroch”; habitó en Asia Menor, África y parte de Europa, fue una figura sacra y objeto de culto por las antiguas civilizaciones. El uro se extinguió en Polonia en 1627, es el antepasado salvaje de todas las razas bovinas domésticas existentes hoy, incluyendo las 5 castas fundacionales españolas. El toro de lidia actual, es de entre todos los descendientes del uro, el heredero de esa gran riqueza genética de los bóvidos del mundo.
Pero, ¿cómo llegó el toro Bravo a México? Es importante mencionar que la evolución del toro de lidia en nuestro país, al igual que otras especies como el caballo, el cerdo, las gallinas, entre otros, ha ido a la par de nuestra historia como nación, ya que llegaron con los conquistadores. La Nueva España sufrió muchas transformaciones hasta convertirse en el México actual y de esta misma forma se desarrolló la fiesta brava mexicana; con ganaderías con un genotipo muy definido y por consiguiente diferente a cualquier toro del mundo. Esto no hubiera sido posible sin el amor por la tierra y al toro por parte de cuatro familias, que son los pilares de la cabaña brava mexicana.
La primera corrida de toros documentada en nuestro país fue el 24 de junio de 1526, al regreso de Hernán Cortez de las Hibueras, 5 años antes de la primera aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego. Se corrieron reses para el abasto de comportamiento agresivo en los potreros, sin que tuvieran el lucimiento que se esperaba, ya que no había ningún tipo de selección. Cortés en su Quinta Carta de Relación al Rey Carlos V, comenta de los festejos y solicita le sea autorizado traer a la Nueva España un hato de reses bravas para crianza y su posterior juego en los festejos futuros.
Los animales fueron importados de la península Ibérica, llegando en 1527 a las Antillas, posteriormente a Cuba y de ahí a Veracruz, para llegar finalmente a en 1528 al pueblo de Calimaya donde Hernán Cortés era encomendero además de otras estancias del Valle de Toluca y recibía tributo; el conquistador cedió la encomienda a su primo Juan Gutiérrez Altamirano quien formó la hermosa Hacienda de la Santísima Concepción de Atenco y a donde llegaron esos doce pares de vacas y toros míticos de casta Navarra, para fundar la ganadería de toros bravos más antigua del mundo, aun en funciones.
Las cuatro familias pilares de la ganadería de toros bravos mexicanos son:
LA FAMILIA BARBABOSA
Don José Julio Barbabosa adquirió la hacienda de Santín en 1835 y su hijo Rafael Barbabosa Arzate la finca de San Diego de los Padres en 1853 para formar su vacada y posteriormente en 1877, compró la famosa ganadería de Atenco al conde de Santiago Calimaya José Juan Cervantes, descendiente de Juan Gutiérrez Altamirano. Su hermano Jesús María, heredó en 1860 la ganadería de Santín.
En Atenco nació el primer torero mexicano con alternativa Ponciano Díaz y esa ganadería fue la primera en lidiar sus toros en el extranjero. En 1867 con la prohibición a los toros decretada por Benito Juárez, el ganado de la familia Barbabosa se iba al matadero, y para 1887 cuando se volvieron a autorizar los festejos taurinos, falleció don Rafael y sus herederos reorganizaron la vacada trayendo sementales de Zalduendo.
Fueron muchos los toros que le dieron la gloria a estas tres ganaderías, que, a base de afición y amor por el toro, se convirtieron en el tronco común de algunas ganaderías mexicanas como San Cristóbal la Trampa, Tepeyehualco, Quiricéo y Piedras Negras.
LA FAMILIA GONZÁLEZ
En sus orígenes, la hacienda de San Mateo Huizcolotepec servía de paso a los viajeros que transitaban de la ciudad de México al puerto de Veracruz; en 1835 fue adquirida por don Miguel de Miranda a los padres Betlemitas (orden fundada por Pedro San José Betancur, quien primero la arrendó a don Mariano González Fernández y posteriormente la compró en 1856, siendo propiedad de la familia González desde ése año.
En 1874, don José María González Muñoz, hijo de don Mariano, fundó la famosa ganadería tlaxcalteca de “Piedras Negras” y para 1889 trajeron toros del Duque de Veragua, de Pérez de la Concha y uno del Marqués de Saltillo; posteriormente adquirió sementales de Pablo Benjumea, Miura, Murube y toros y vacas del Marqués de Saltillo.
Ahí inició la dinastía de los “González”; don José María dejó a sus sobrinos Lubín y Romárico González al frente de Piedras Negras; don Carlos González con la parte que le correspondía fundó en 1907 “Coaxamalucan”, en una fracción de la misma hacienda. En 1908 don Romárico fundó “La Laguna” con toros de Tepayahualco y un semental de Ibarra.
Algunas de las ganaderías que se han formado con la simiente de Piedras Negras son: Zacatepec, Zotoluca, Rancho Seco, Reyes Huerta, Santacilia, Xajay, Mariano Ramírez, Atlanga, Pastejé, entre otras.
Es la única ganadería mexicana hasta nuestros días, administrada por una sola familia y que atinadamente; junto con“San Mateo”, están consideradas, cómo las madres de las ganaderías mexicanas. Además, en Piedras Negras nació el matador Gabino Aguilar.
LA FAMILIA MADRAZO
Don Ignacio Madrazo Cabral compró la hacienda de “La Punta” en 1884 en el campo jalisciense; al fallecer, sus hijos Francisco y José Madrazo García Granados se hicieron cargo de la hacienda y en 1918, decidieron fundar la ganadería de reses bravas de “La Punta”, con 40 vacas de San Nicolás Peralta y dos sementales españoles, uno del Marqués de Saltillo y otro de Parladé. Al año siguiente, agregaron 50 vientres y 2 sementales, provenientes de “San Mateo”.
En 1925, al no estar satisfechos con los resultados, se deshicieron de todo el ganado, menos de los sementales españoles y comenzaron una nueva simiente, con 10 vacas y 2 sementalesde “Gamero Cívico” de encaste Parladé; además de 42 vientres y 5 sementales de “Campos Varela”. En 1940 adquirieron otros 2 sementales de Domingo Ortega, y en 1945, uno del “Conde de la Corte”, todos ellos de origen español.Finalmente, en 1974 agregaron un semental más, de Mimiahuapan, quedando así definitivamente formada la ganadería de “La Punta” de tanta fama y prestigio en el medio taurino de nuestro país; regando su sangre en la “cabaña brava mexicana” como Matancillas, San Marcos, Corlomé, Chinampas, Campo Alegre, Armilla Hermanos, San Judas Tadeo, Tequisquiapan, Las Huertas, Torreón de Cañas, Pastejé, Zamarrero, El Colmenar, Eduardo Funtanet, Lucas González Rubio, entre otras.
Y bien, es importante conocer el origen del toro mexicano, para enaltecer la tradición taurina de México, que el 24 de junio del presente año, cumple 499 años de estar presente en nuestro país.
La próxima semana continuaremos con esta historia, no se la pierdan
Muchas gracias.

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