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Albero Taurino

Carlos Alberto Vega Pérez · Albero

El secreto de la bravura

El secreto de la bravura es el conocimiento más deseado por los ganaderos, toreros y por cualquier aficionado que se precie de serlo. Los primeros para buscarla, los segundos para rehuirla y los terceros para disfrutarla. La bravura es el fundamento de todo, es el centro de nuestra fiesta, es como el santo grial de la tauromaquia. Eso que todos buscan ansiosamente y que muy pocos consiguen, o cuando creen que lo están consiguiendo llega el toro y demuestra que no, poniendo a cada quien en su lugar.

Esa búsqueda no es nueva, ya muchos ganaderos a través de los años han buscado la bravura. Se creía y se cree que está basada en la selección, que cada animal lo lleva en sus genes. Pero ¿siempre es así?
Esta teoría funciona unas veces y otras no. Toros de alta nota de madre y de padre, y hermano de un toro de bandera puede salir manso. Toros en los que el ganadero tiene puesta mucha confianza, hay veces que fallan, y, sin embargo, un becerro de alguna vaca de desecho en el que no confías puede ser el mejor de toda la camada. Puede que se acerque a la incógnita, pero está demostrado que no es del todo fiable. Todavía queda ese halo de duda de no saber qué va a pasar.

Otros ganaderos pensaban que la bravura se podía suponer por las hechuras. Un toro con buenas hechuras suele embestir. Toros bien hechos, descolgados, con el peso acorde a su caja, largos y armónicos, suelen ser buenos; pero esta teoría también falla. Vemos toros preciosos de gran trapío pero que no embisten, y también hemos visto toros feos y mal hechos que embisten con clase y bravura. Suelen embestir más los de buenas hechuras, pero hay muchas excepciones, así que esta teoría tampoco es acertada.

Todos sabemos que cuando sale un encierro malo, suelen salir todos malos y cuando salen buenos, suele salir todos buenos. Y es cierto que, en ocasiones, todos los toros de una camada salen en la misma corrida, por eso todos mansean o todos son buenos por igual. No ocurre siempre, pero suele ocurrir, a no ser que sea un encierro terciado o con animales escogidos de diferentes potreros. Y esto llevó a los ganaderos a formular otra hipótesis ¿no será que influye el día, la temperatura, la altitud, el tiempo de traslado, entre otros factores?

Cierto es que a los toreros los días nublados les gustan para torear porque hace menos calor. Algunos ganaderos empezaron a recopilar datos; algunos observaron que en determinadas poblaciones donde el agua es muy diferente a la que bebían esos toros en el campo, tenían problemas digestivos y perdían fuerza parándose antes. Pero esto no siempre es así. También hemos visto encierros en los que sale de todo. Y las condiciones climatológicas son para todos las mismas, por lo que esta teoría tampoco es confiable.
Otra cosa que se dice por ahí, que por cierto está poniéndose de moda, es el “manoseo” o “humanización” de los toros. Esto quiere decir que los toros cuantas más veces hayan entrado en la manga, cajón, corrales, o hayan sido manejados por los caporales, y cuanto más contacto hayan tenido con el hombre, menos embisten.

Es cierto que actualmente el toro está más en contacto con el hombre que antes. Antiguamente vivía de forma más salvaje y con menos control. Pero esta teoría serviría si todos los animales de una ganadería donde ponen fundas y se manosea más al toro saliesen mansos y si todos los animales de una ganadería donde el animal vive de forma más salvaje saliesen bravos. Pero resulta que esto no es así. En todas las ganaderías salen bravos y mansos, y se supone que todos los toros de una misma ganadería tienen el mismo o parecido contacto con los caporales.

Por lo que es otra hipótesis más que podemos desechar.
Otros piensan que la bravura se “ve”. Que cuando ves un toro en el campo ese toro te dice con la mirada o con su expresión si es bravo o no. Te transmite algo que hace que confíes más en ese animal, e incluso, se le puede llegar hasta intuir las fuerzas o la forma de embestir al verlo moverse en el campo.

Para ello es necesario saber observar y apreciar lo que te dice el toro con sus movimientos. Captar lo que él te está diciendo. Normalmente los vaqueros y mayorales tienen predilección por algún toro en especial. Porque ese toro les transmite. Pero hay veces que esos toros en los que tanta confianza ponen también fallan. Y otro en el que pensabas que no iba a embestir suele ser el más bravo de todos… otra hipótesis que se cae de la lista.

Dicen también que hay que lidiar al burel en el momento justo. Que ellos también tienen etapas. Que con el tiempo va cambiando su carácter. Es lógico pensar eso puesto que los añojos y erales suelen moverse mucho y tener una embestida más alegre y fácil de llevar, mientras que los cinqueños suelen aprender antes, se paran y reservan mucho más las fuerzas y las embestidas. Pero hemos visto multitud de cuatreños embestir y otros tantos mansear por lo que esta teoría tampoco es acertada.
Teorías e hipótesis hay muchas más y cada ganadero e incluso aficionados tienen la suya. La bravura es una mezcla de todo. Que para que salga un toro de bandera se tienen que reunir muchas variables.

Si tiene buena reata y hechuras, si se lidia en el momento en que el toro transmite con su mirada, con sus movimientos y con su expresión en el campo que está en su tiempo para ser lidiado, si se ha manoseado poco durante su vida y encima de todo, si le toca el torero y la plaza adecuada, ese toro puede salir de bandera. Si se cambia o altera alguna de esas variables ese toro posiblemente se comportará de otra forma.
La bravura se pierde rápidamente cuando la mansedumbre aparece, por eso es tan complicado mantenerla. En los últimos años las ganaderías buscan la toreabilidad para vender sus productos, y ¡es lógico!

Bastante exponen y pierden los ganaderos como para encima no vender nada. El problema está en las exigencias de las figuras… y de ahí viene el dicho de “Dios quiera que no te salga uno bravo”.
El toro realmente bravo es el indicado para hacer el toreo de verdad (el que ya casi no se suele hacer) y para ello hay que poderle al animal y esforzarse, y es lo que no quieren hacer algunos toreros. Por eso en cuanto alguna ganadería sale más brava de lo que acostumbran torear o no saca toros “a modo” la vetan y al final, o desaparece, o el ganadero cambia el criterio de selección para poder vender.

¿Y dónde estaría el problema? El problema está en todos los involucrados en la lidia, que no quieren toparse con lo bravo y encastado. Y eso es lo que hay que cambiar. Torero que no pueda con un toro bravo que se tape o retire y la ganadería que salga más brava, que se ponga en todos los carteles de plazas de primera y no al revés. No puede ser que el toro que salga bravo y exija técnica y sitio al torero, ganadería que deja de figurar, porque es más fácil lidiar con los “toreables”.
Es normal y de humanos que uno quiera hacer más fácil su trabajo y encima ganar más, pero fuera del toreo hay un “jefe” que te dice que “o trabajas como debes” o “a otra cosa mariposa”… y aquí el jefe debería ser el público… Pero no nos dejan.

Muchas gracias.

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