¿Cómo influye la suerte de varas en el desarrollo de la lidia?
El toreo de capa y la suerte de varas, conforman el primer tercio de la lidia. La realización correcta del puyazo, es fundamental para el desarrollo posterior de la faena; la esencia de la suerte de varas es disminuir la ferocidad del toro sin producirle una merma excesiva en su desempeño y desencadenar el mecanismo anti dolor del toro y contrarrestar las hormonas del estrés; también sirve para apreciar la bravura del mismo, observar si embiste de largo, si es tardo o reservón y si humilla o no.
Es importante que el picador esté atento a las indicaciones del matador para realizar un puyazo bueno y efectivo, que repercuta en el buen desempeño del toro en la faena de muleta. No hay que olvidar que hoy en día, el varilarguero es un auxiliar del matador y es él, quién debe indicar la forma de actuar en la suerte y cuando parar. El toro debe salir de esa suerte con menos fiereza, con una embestida más suave, sin perder movilidad y conservando su codicia y bravura.
En esta suerte intervienen dos picadores y el matador en turno que pone al toro en suerte, aunque en algunas ocasiones deja ese trabajo a su peón de confianza.
El primer picador se debe colocar en la zona del ruedo llamada contraquerencia, que es la parte opuesta a la puerta de toriles, y es precisamente ahí, donde el toro debe embestir al caballo; los toros recuerdan muy bien por donde salieron al ruedo, más que por la vista, por el olfato, así que, si un toro es bravo, embestirá sin problema en el punto más alejado de su querencia, que es la salida de toriles, a pesar de hacerlo en un lugar inseguro para él; entre más distancia haya entre toro y caballo, más bravura mostrará.
En el ruedo deberán estar pintados dos círculos concéntricos, el primero a 3.5 metros de la barrera y el segundo a 5 metros de la misma. Para la realización de la suerte, el matador colocará al toro en el terreno existente entre el centro del ruedo (que es lo ideal) y el círculo pintado en el ruedo a los 5 metros de la barrera; el varilarguero colocará su cabalgadura entre la barrera y el circulo a 3.5 metros de la misma, sin traspasar la raya. El espacio existente entre los dos círculos (1.5 metros), es el mínimo requerido para permitir que el toro embista al caballo y se realice la suerte; recordemos que, entre más lejos embista el toro al caballo, mayor bravura y codicia mostrará.
El segundo picador se colocará en la zona de querencia, que es frente a la puerta de toriles y podrá realizar la suerte, en caso de que el toro se niegue a embestir en varias ocasiones al primer caballo. Si aun así en burel se niega a embestir, OJO, “previa autorización de la autoridad”, que casi nunca lo hacen, el picador podrá salir de su área asignada para provocar la embestida del animal y realizar la suerte. Cuando después de estos intentos el toro sigue rehuyendo al caballo, existen tres opciones: que desde el palco de la autoridad se ordene la colocación de banderillas negras (que son de castigo por ser de mayor tamaño el arpón), aunque ya están en desuso; regresar al toro a los corrales por manso o dejar que se pique solo al estar embistiendo a ambos caballos continuamente en su afán de escapar de ellos.
El varilarguero no debe salir más allá del tercio, o sea las rayas paralelas y tampoco cruzar el ruedo por en medio; cuando efectúe la suerte deberá hacerlo como lo marca el arte de picar, quedando prohibido acosar, barrenar, echar el caballo para adelante, tapar la salida del toro, insistir en el castigo a las zonas bajas o cualquier otro procedimiento similar.
Si el burel deshace la reunión, queda prohibido realizar otros puyazos inmediatamente y el picador tiene la obligación de echar el caballo hacia atrás, para colocarse nuevamente en suerte.
También queda prohibido realizar un puyazo después de haber hecho el cambio de tercio, debiendo los picadores abandonar el ruedo lo más pronto posible, utilizando si es preciso y si existen, las puertas de acceso al callejón; además, también está prohibido a los picadores desmontar en el ruedo por voluntad propia y cuando sean desmontados por un tumbo, deberán regresar a su cabalgadura en cuanto ésta sea puesta en pie.
Pero, ¿qué pasa si se realiza un puyazo defectuoso?
Si se realiza como lo marcan los cánones, no habrá castigo excesivo, porque el toro embestirá con fiereza y al sentirse herido se crecerá al castigo y cuando sienta que no va a ganarle al caballo, casi siempre él mismo se sale de la suerte; si es muy bravo, peleará y empujará metiendo la cabeza abajo del peto. Cuando un toro es manso al sentir la punta de la puya, se sale inmediatamente de la suerte, y esto es porque la mansedumbre los hace más sensibles al dolor por el exceso de serotonina.
Pero en ocasiones no se pica en el lugar correcto, que es el morrillo como lo vimos en un escrito anterior y es cuando varía el resultado de la suerte.
Cuando a un toro se le pica delantero y caído, o sea en el cuello, se dañan los músculos omotransverso, braquiocefálico, esplenio y serrato ventral, que son los músculos que dan movilidad lateral a la cabeza y dependiendo del lado que se haya picado, provocará que el toro no meta la cabeza a la muleta de frente, venciéndose por ese lado; por el lado contrario tampoco pasara franco, porque al girar el cuello al lado contrario a la lesión, los músculos se tensarán y al estar rotos impedirán que gire la cabeza. Por eso es importante el quite después de cada puyazo, para observar este comportamiento y poder planear la faena de muleta con los defectos de embestida observados.
Cuando un toro es muy bravo, el exceso de testosterona que lo hace bravo y la producción de las hormonas secretadas por su mecanismo biológico anti dolor (dopamina, oxitocína, betaendorfinas, glutamina, entre otras), provocan que el toro se sobreponga a todo dolor y regrese a pelear nuevamente al caballo, o que en banderillas sea muy codicioso y haga hilo tras el banderillero o embista continuamente con ritmo a la muleta.
Cuando el puyazo se realiza trasero, se lesionan los músculos trapecio, dorsal ancho, los intercostales externos e internos y en ocasiones el serrato dorsal anterior, incluso las ramas de los nervios que bajan a los miembros anteriores.
Esta acción, puede ocasionar que el animal se pare, que pierda movilidad y algo muy importante, que no ahorme la embestida porque los músculos del cuello no fueron tocados; también puede provocar que el burel al verse impedido para moverse libremente, se defienda con cabezazos o derrotes al sentir cerca al matador. Si el puyazo fue trasero, profundo y caído, puede llegar a lastimar la pleura pulmonar y provocar que el toro se pare aún más, ya que al respirar sentirá una molestia mayor y si la pleura se perforó o desgarró, cada movimiento del burel hará que el toro pierda la capacidad de respirar y se quede parado o aplomado, y por su bravura, tenga embestidas cortas, tire arreones para defenderse y esté cazando literalmente al matador, y cuando esto pasa, generalmente hay un leve sangrado por los ollares.
Si el puyazo es muy caído, se pueden lesionar los músculos trapecio, deltoides, supraespinoso e infraespinoso y el cartílago de la escápula, provocando que el toro pierda la movilidad de ese miembro y no se arranque a embestir de largo o que cojee.
Cuando no se pica correctamente, además de que se echa a perder al toro privando al matador de la oportunidad de realizar una buena faena, que redunde en el corte de orejas u orejas y rabo, a los aficionados nos quitan la oportunidad de ver los “quites” de antaño, que era una forma de rivalizar entre los actuantes, dando una verdadera demostración de arte con el capote.
Los aficionados debemos observar y analizar detalladamente cómo realiza el picador esta bella suerte y luego, manifestarnos ante su actuación; si es buena, premiándolo con una fuerte ovación; si no lo fue, manifestar nuestra inconformidad para que la suerte de varas se ejecute con verdad y pureza; además de que se sancione con las amonestaciones y multas contempladas en los reglamentos taurinos de las diferentes plazas de nuestro país a quien infrinja el reglamento y eche a perder el espectáculo.
Muchas gracias.
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