¿Qué es parar, templar, mandar y cargar la suerte?
Como ya lo hemos platicado anteriormente, torear es la acción de enfrentarse al toro en la plaza, ejecutando una serie de lances y pases, con la capa y muleta. El torero debe mostrar destreza, valor y técnica para torear; esto incluye parar al toro, templar sus embestidas y mandar en la faena.
Lidiar es un término que abarca todo el proceso de enfrentamiento con el toro durante la corrida; incluye además de las suertes con capa y muleta, la suerte suprema.
El toreo moderno está fundamentado en conceptos tan claros y evidentes, que nos permiten entender su significado y apreciar los movimientos que el torero pone en práctica: Parar, templar y mandar, conceptos que surgieron de la inteligencia de Juan Belmonte y que completó Domingo Ortega con su concepto de “cargar la suerte”. pero, ¿qué significan éstos términos imprescindibles para el toreo hoy en día?
Parar es el primer tiempo del muletazo; es citar al toro para dirigir su trayectoria; es el instante en que el diestro recoge al toro en su muleta, calculando en forma precisa la altura en que debe colocar el engaño y la distancia a la que debe colocarse del toro para que éste a su paso, no le arranque la muleta, o decida no embestir.
Si se coloca demasiado cerca, el toro embestirá por iniciativa propia agarrándolo mal colocado; si está demasiado lejos, el toro no embestirá. Es fundamental que el torero tenga los pies bien plantados en la arena.
Ya se arrancó el toro y se metió en la muleta, pero, ¿qué es templar?
Es el segundo tiempo de la suerte y consiste en adecuar el movimiento y la velocidad del engaño, a la violencia y la velocidad con la que embiste el toro. Es un paso complicado en el desarrollo del pase, ya que se debe hacer que toro y muleta se mueven a la misma velocidad y se mantengan a la misma distancia, a escasos centímetros uno de la otra.
En caso de no ser así, la muleta será arrollada por estar demasiado cerca de los pitones, o, por el contrario, el torero puede sufrir una voltereta por quedar descubierto al alejar demasiado el engaño. El temple conjuga sonidos, instintos, ritmo, cadencia y movimiento; el torero busca templar para lograr armonía en sus movimientos. Toro y engaño deben ir a un ritmo, unidos, pero sin rozarse… y es cuando el torero comienza a manifestar su expresión artística y estética, que le sale del corazón y la mente, después de analizar el comportamiento del toro en los dos primeros tercios. Como dijo José Bergamín: “Aquí es cuando se aprecia la música callada del toreo”.
El tercer tiempo del muletazo es el mandar. Consiste en dirigir la trayectoria del toro tirando del engaño; es imponer dominio sobre el animal. El toro debe ir donde quiere el lidiador, y dependiendo de la fuerza mostrada y la calidad de su embestida, se conseguirá un recorrido más largo que sin duda calará en los tendidos si ambos se ciñen en ese desplazamiento y lo lleva templado, arrancando los espontáneos olés, al unísono de cientos de aficionados.
Si este paso se ejecuta bien, el torero puede dejar colocado al toro para el siguiente muletazo y ligarlo sin necesidad de recomponer terrenos o variar la posición de los pies, realizando una tanda ligada, que se presta también al lucido toreo en redondo.
Y ¿qué es cargar la suerte?
Es cuando recarga todo su peso el diestro hacia la pierna que torea, si lo hace con la mano derecha, sobre la pierna derecha y si lo hace por naturales, sobre la pierna izquierda, con un leve movimiento hacia adelante que se debe realizar cuando el toro ya inició su marcha hacia el engaño, marcándole al toro con ese leve movimiento, el nuevo rumbo que debe de recorrer.
¿Se puede torear sin cargar la suerte? Sí, pero ya es otro concepto de la lidia. Actualmente, también se usa descargar la suerte o aliviar la suerte, que es desplazar la pierna de torear hacia atrás por comodidad, para ceñir más al toro o para evitar el riesgo de una cogida.
Un dato muy importante al observar una faena, es no confundir torear despacio con templar. ¿Cuántas veces hemos escuchado en los tendidos, incluso en el callejón? ¡Hay que torear muy despacio!, ¡cuanto más despacio de toree, es mejor!; el torear más o menos despacio, depende fundamentalmente de la velocidad a la que embista el toro, y después, de la capacidad del torero para hacerlo, pero si el toro no embiste despacio, no se puede torear despacio. Si el toro embiste andando, porque es su condición o porque ya no tiene fuerza para embestir galopando, se podrá torear muy despacio, pero sin emoción alguna y resultará en algo aburrido.
Cuando el toro sale de toriles, normalmente embiste a gran velocidad, por lo tanto si se quiere templar, que es “llevar el engaño a la misma velocidad del viaje del toro, pero unos centímetros por delante, sin que los pitones lo rocen, siempre al mismo ritmo del toro”, no se puede torear despacio, se puede templar, aunque es muy difícil en esos momentos torear despacio, pero algunos matadores logran dar unas verónicas lentísimas y de ensueño.
A medida que avanza la lidia, el toro se cansa y embiste más despacio, por lo que se puede torear más despacio, pero siempre lo fundamental es templar. Si al torear el lidiador lo hace con brusquedad, con tirones y se lleva el engaño a distintas velocidades en el mismo lance o muletazo o en otro distinto, el toro tenderá a embestir de forma diferente en cada pase; pero si la faena se va haciendo con uniformidad, con suavidad, evitando brusquedades y ralentizando los pases, el toro responderá también con menos brusquedad y con tendencia a embestir a menor velocidad.
Para torear despacio, es necesario que el toro embista despacio, ya sea porque esa es su condición desde un inicio, o porque el torero con su técnica y conocimientos ha logrado que se vaya reduciendo la velocidad de la embestida, además de que el toro se va cansando poco a poco.
El maestro “Viti” afirmaba que: “el temple es más que lentitud, es dar la impresión de que paras al toro y en realidad no se para, sino que te adaptas a su ritmo”.
El toreo que más emociona y transmite a los tendidos es cuando el toro embiste con poder, con energía, y por lo tanto a velocidad, pero con calidad de embestida; metiendo bien la cabeza, con buen embroque, manteniendo una velocidad y ritmo uniforme en todo el lance o muletazo, saliendo con la cara por abajo, humillando, sin pegar derrotes y el torero es capaz de templar la embestida. Cuando el toro está cansado o tiene poca fuerza embiste más lento, y por lo tanto puede ser más fácil templarlo y torear despacio. También resultan emocionantes y hermosos esos instantes de lentitud, donde se puede apreciar más la estética torera y esa bella estampa de esa danza ancestral de muerte entre “la bestia y el hombre”.
Ahora que está en su apogeo la temporada en México, tratemos de no perder detalle desde que sale el toro de chiqueros a recorrer el ruedo y aparece el matador a dar los primeros lances, hasta que se ejecuta la suerte suprema; cada movimiento de toro y torero es importante para identificar y valorar el comportamiento del toro y la respuesta técnica del torero para someter a su oponente, para que así disfrutemos cada faena, que nunca son iguales una de otra.
Muchas gracias.
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